
En agosto de 1986, un equipo de expertos de EEUU descubrió que la disminución y la desaparición de la capa de ozono, un gas que protege a la Tierra de las radiaciones ultravioletas más peligrosas, era debido particularmente a los agentes químicos, los clorofluorocarburos (CFC), utilizados en diversas actividades humanas.
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